
Al descubrimiento de América le sigue la circunnavegación de África como intento de establecer nuevas rutas comerciales con Asia y durante todo el siglo XVI y parte del siguiente se llega a casi todos los confines del globo.
Se multiplica así el conocimiento del mundo y llegan a Europa infinidad de objetos curiosos, plantas, minerales y animales que hay que organizar y clasificar. Surgen así los Gabinetes de Curiosidades, Cuartos de las Maravillas o Cámaras de las Maravillas, creados por nobles y eruditos para coleccionar todo lo que les resulta extraño, curioso o simplemente bello.
Fueron muy habituales en los siglos XVI y XVII entre las clases más cultas de la sociedad europea. Los Gabinetes se refieren tanto a un habitáculo como a un mueble donde se reúnen toda una serie de objetos curiosos, exóticos o fantásticos que forman un auténtico microcosmos, una colección que busca ser un resumen del mundo. Sus promotores fueron coleccionistas, aficionados o simplemente curiosos, que buscaban penetrar en los secretos de la naturaleza, no recopilando series completas y totales de elementos de forma rigurosa y científica, como harían en el siglo XVIII los Ilustrados, sino buscando en dichos objetos lo accidental, la excepción, la rareza, lo único y lo genuino, tanto de elementos procedentes del mundo natural, como de aquellos fueran una muestra del ingenio humano.
El rey de España Felipe V ordenó la creación de un gabinete de curiosidades en la Biblioteca Nacional en 1712:
“…servirá mucho juntar en la misma Librería las cosas singulares, raras y extraordinarias que se hallan en las Indias y partes remotas, he resuelto por Decreto del 11 del corriente encargar (como por la presente encargo y mando) a mis Virreyes del Perú y de Nueva España, Gobernadores, Corregidores y otras cualesquier personas, así eclesiásticas como seculares, que puedan concurrir a ello, pongan con muy particular cuidado toda su aplicación en recoger cuantas pudieren de estas cosas singulares, bien sean piedras, minerales, animales o partes de animales, plantas, frutas y de cualquier otro género que no sea muy común”.
Y ahí está el germen de muchos museos. Carlos III creó el Real Gabinete de Historia Natural en 1771, que posteriormente pasó a ser el Museo Nacional de Ciencias Naturales, de Madrid. Del mismo modo, en Francia, el Gabinete de Curiosidades del rey pasó a ser el Museo de Ciencias Naturales, de París.
Hay veces que se quedan en meros proyectos. El zar de todas las Rusias, Pedro I el Grande, había adquirido la gran colección del biólogo, anatomista y naturalista holandés Frederic Ruysch formada por unos mil trescientos fósiles, plantas, fetos humanos, preparaciones anatómicas y animales en perfecto estado de conservación. Y estaba todo orgulloso de ella, con muchas ganas de verla cuanto antes. El zar ordenó el traslado de la colección cuanto antes para que formara parte del Gabinete de Curiosidades de su palacio de San Petersburgo. En el caluroso verano de 1717 arribó el barco al puerto ruso y se comprobó que gran parte de la colección estaba echada a perder porque los marineros se habían bebido todo el brandy y el alcohol en que estaban preservados muchos especímenes.
En esta sección quiero almacenar y recoger algunas curiosidades históricas y literarias que a mi particularmente me han llamado la atención. Espero que, cuanto menos, os asombren o diviertan un poquito.