Mi primer encuentro con
Maese Cebrián
Fuerza y Honor
Son muchos los rumbos que la vida nos ofrece en cada instante, a veces hasta 32 diferentes, para que elijamos un camino u otro.
Yo, un 24 de septiembre de 1996, tuve la opción de elegir ir a un programa de radio en Onda Cero para ser entrevistado a las tantas de la noche o quedarme plácidamente durmiendo en mi cama esperando entrevistas menos intempestivas para hablar de ángeles, santas compañas, fantasmas, duendes y sabe Dios qué otras cosas limítrofes entre la razón y la fantasía.
Turno de Noche
Aquel día otoñal elegí un rumbo, el de ir a Turno de Noche aceptando la amable invitación que me brindaba Silvia Casasola para hablar de mi último libro, Seres y lugares en los que usted no cree, escrito en colaboración con Carlos Canales, y que se había publicado en noviembre del año anterior.

Esa elección, aparentemente casual y sencilla, generó un sinfín de repercusiones para el resto de mi vida.
Era un martes y la entrevista estaba prevista a partir de las tres de la madrugada en los estudios ubicados en el Paseo Pintor Rosales. Recuerdo que aquella fue algo más que una entrevista de tantas: fue la oportunidad de conocer a uno de los personajes más cautivadores, a Juan Antonio Cebrián. Y yo, incauto, ingenuo y desprevenido, no sabía entonces que mi vida iba a dar un giro radical dentro de esos treinta y dos rumbos posibles que marca esa invisible Rosa de los Vientos del Círculo del Destino, un giro positivo repleto de anhelos comunes, de genuinas Alertas Ovnis, de proyectos editoriales, de expectativas intelectuales y de futuros programas que yo, en la candidez de aquella venturosa noche, ni me podía imaginar.
Primera entrevista
Aquella entrevista en vivo y en directo, realizada a la hora de los búhos más que a la hora de las brujas, abrió puertas y sembró semillas para una amistad duradera, forjada al modo de los gladiadores “con fuerza y honor”. Y, sin yo saberlo aún, fue la primera de mis seis intervenciones en el mítico programa Turno de Noche. Tengo que reconocer que Cebrián, con aquella primera entrevista, me quitó el sueño. Quedé impresionado por su buen hacer, por su manera de enfocar los temas, de entrevistar (y por entonces un servidor ya estaba ducho en estos eventos), de sentirme protagonista durante los más de cuarenta minutos que duró. Y es que Cebrián, desde aquella noche, se convirtió en maese Cebrián porque fue marcando con hierro candente algunos de los episodios más importantes de mi vida profesional.
A esas alturas, Juan Antonio y yo nos habíamos dado cuenta de que nada es casual en la vida, que la sincronicidad y la empatía existe y, por si había dudas, tuvimos ocasión de comprobarlo en algunos viajes, proyectos y trances de nuestras vidas en los que ambos seguimos sendas paralelas.
En la segunda intervención, un mes más tarde, ni lo dudé. Fui invitado junto con Carlos Canales para hablar, al alimón, de los intraterrestres. Ese 29 de octubre, otro martes, también a las 3 de la madrugada, supuso la presentación oficial y el encuentro físico de Carlos ante Silvia y Juan Antonio y no les dejó indiferentes… Canales nunca deja indiferente a nadie cada vez que se le conoce por vez primera, momento que aprovecha para dar rienda suelta a su genial verborrea justo cuando le sugieres un tema, por nimio que sea. Al instante se dieron cuenta de que era una persona muy dinámica y especial y que juntos hacíamos buen tándem contando historias de lo más variopintas. Y aquel día tocó hablar, mira por dónde, de intraterrestres con una buena dosis de documentación y de sentido del humor. Tal fue así que el 7 de enero de 1997 me llamó por teléfono Silvia para decirme que este programa, precisamente, había sido uno de los cinco que los oyentes habían solicitado reponer en las Navidades. Gran honor. Y como no hay dos sin tres, me propusieron ir de nuevo a Turno de Noche, esta vez para hablar de ungüentos mágicos de las brujas, con llamadas telefónicas de los oyentes en directo. Fue un 13 de enero.
Durante ese mismo año fui una cuarta vez para hablar del sexo de los ángeles, de sus apariciones y sus mensajes, amén de otras historias no menos angelicales (el 14 de abril) y una quinta vez, el 25 de junio, para meternos de hoz y de coz en el asunto de la criptozoología, de nuevo con Carlos Canales, donde no dejamos títere con cabeza hablando de Big Foots, Sasquatchs, Barmanus y demás hombres salvajes que se nos pusieran a tiro.
A esas alturas, Juan Antonio y yo nos habíamos dado cuenta de que nada es casual en la vida, que la sincronicidad y la empatía existe y, por si había dudas, tuvimos ocasión de comprobarlo en algunos viajes, proyectos y trances de nuestras vidas en los que ambos seguimos sendas paralelas.
Y tras La Red llegó
La Rosa de los Vientos
La Red
Y el 9 de mayo de 1998, un sábado, intervine por primera vez en el programa La Rosa de los Vientos para hablar, largo y tendido, de mis dos libros publicados con la editorial Complutense: Seres y lugares en los que usted no cree y Un Madrid insólito. Además, aprovechamos para comentar los pormenores de la editorial que acabábamos de crear Carlos y yo, Corona Borealis, cuyo primer libro fue Egipto el Oculto, de Nacho Ares, publicado recientemente. Un mes más tarde, el 4 de junio, fui con Carlos Canales a las 7 de la tarde para hablar de nuevo de uno de nuestros temas favoritos, la criptozoología. Para Carlos ese era su bautismo en La Rosa de los Vientos a la que tan vinculados íbamos a estar los dos sin sospecharlo siquiera.
Justo tres meses después, me llamó Juan Antonio para un nuevo programa que estaba preparando los sábados por la tarde. Se iba a llamar La Red y junto con Carlos tendríamos una sección en la que hablaríamos con toda libertad sobre el mundo del misterio, pero con un enfoque hacia Internet. Fue mi primer contrato con Onda Cero.
Una nueva experiencia y un reto.
Me sentía feliz por saber que Juan Antonio y Silvia confiaban en mí para este nuevo cometido. Nuestra primera intervención o monográfico fue el 3 de octubre y decidimos inaugurarla hablando del monstruo del lago Ness, incluyendo unos guturales sonidos del bicho de marras que ponían los pelos como escarpias. A Nessi le siguieron otros monográficos en los que no faltaron enigmas de Egipto, la Atlántida, la reencarnación, sectas, el meteorito que extinguió a los dinosaurios, monarcas hechizados, el Arca de la Alianza, las excavaciones de Atapuerca, tradiciones navideñas, vimanas, islas evanescentes, la Mesa de Salomón, el proyecto SETI, las bilocaciones de sor María Jesús de Agreda… y así hasta el último programa que hicimos en La Red que trató sobre el ínclito Charles Fort, un 31 de julio de 1999.
De esa etapa recuerdo que al final de nuestra sección debíamos dar una o varias direcciones de Internet para aquellos oyentes que quisieran buscar más datos y profundizar sobre el tema que habíamos tratado. La que liamos… Las páginas web a veces eran tan largas y enrevesadas y a la velocidad que las daba Carlos Canales aquello parecía más un galimatías verbal que una dirección electrónica. Juan Antonio, en más de una ocasión, nos obligaba a repetirlas, pues no había forma humana de entenderlas a la primera.
En La Red también hicimos nuestro primer monográfico sobre “las profecías que no se iban a cumplir” referidas a 1999. Y, efectivamente, no se cumplieron. Otro de nuestros momentos gloriosos fue dar a conocer la investigación que hicimos in situ sobre “El Baúl del Monje”, una tienda de antigüedades donde durante unas cuantas semanas de aquel mismo año se produjeron fenómenos poltergeist.
Nuestro primer programa como colaboradores habituales en La Rosa de los Vientos fue un 11-S, qué cosas, un sábado 11 de septiembre de 1999 y recuerdo perfectamente el tema del que hablamos: el Triángulo de las Bermudas. Y la hora: después del informativo de las 2 de la madrugada. Lo normal.
La Rosa de los Vientos
Y tras La Red llegó La Rosa de los Vientos. Un 19 de agosto de 1999 me llamó por teléfono Juan Antonio para confirmarme que La Red desaparecía de la parrilla radiofónica pero que La Rosa continuaba una temporada más, aunque relegada al horario de 1 a 6 de la madrugada las noches del sábado y del domingo. Contaba con Carlos y conmigo a partir del mes de septiembre para que participáramos los dos días, el sábado con algún monográfico y los domingos con entrevistas a personas destacadas del mundillo del misterio.
Primer programa de La Rosa de los Vientos
Nuestro primer programa como colaboradores habituales en La Rosa de los Vientos fue un 11-S, qué cosas, un sábado 11 de septiembre de 1999 y recuerdo perfectamente el tema del que hablamos: el Triángulo de las Bermudas. Y la hora: después del informativo de las 2 de la madrugada. Lo normal.

Desde aquel día son tantos los monográficos en Onda Cero que he realizado junto con mi inseparable y querido Carlos Canales, bajo el verbo florido y la sombra protectora de Juan Antonio Cebrián, que acababan convirtiéndose en diálogos íntimos alrededor de una virtual mesa camilla, con la lumbre del brasero puesta en invierno y el refrescante botijo andaluz en verano.
Cientos de monográficos y tertulias donde las “Tres Cs” (todavía no se había incorporado la cuarta, Bruno Cardeñosa) hemos hablado de todo lo que hemos podido y sabido, de lo divino y lo humano, lo angélico y lo demoníaco, de las fuerzas de la luz y las huestes de las sombras, de conspiraciones y contradicciones históricas, de continentes y contenidos escabrosos, de civilizaciones perdidas y culturas encontradas, de hallazgos arqueológicos que emergen y de islas evanescentes que se sumergen, de personajes siniestros y de genios deslumbrantes, de nazis revestidos de esotéricos y de tesoros teñidos de sangre, de misterios del mar, del espacio, del fuego, de la tierra y de la mente humana, de antropología y de teosofía, de lugares mágicos y de los habitantes que los poblaron, de los símbolos sagrados y de los nombres impronunciables que otorgan poder, de reliquias que dan risa y de criptoanimales que dan pavor, del Todo y de la Nada cuyos senderos confluyen en un punto infinito con nombre propio y rubicundo: La Rosa de los Vientos.

Es sabido que uno de los hitos del programa fueron las psicofonías.
Pues bien, las primeras se emitieron el 23 de octubre cuando nos referimos a las diversas casas encantadas que existen en nuestra geografía. Si el tema daba susto no digamos por la noche. Era un sábado muy lluvioso, marco adecuado para contar el caso de la Mano Cortada, las Caras de Bélmez o las vicisitudes del pueblo fantasma de Ochate, a la vez que íbamos poniendo las parafonías registradas en cada uno de esos lugares, término que le gustaba emplear al profesor Germán de Argumosa, personaje admirado por todos y emblemático en la anterior etapa de Turno de Noche.

Texto extraido del libro: “Fuerza y Honor” de Fernando Rueda y Silvia Casasola. Temas de Hoy. 2009

Asociación Cultural Juan Antonio Cebrián
La asociación... está formada por un grupo de guerreros amantes de la cultura con gran sentido de humor que bajo el lema ¡Fuerza y Honor! custodian y fomentan el legado de Juan Antonio Cebrián, uno de los grandes comunicadores y divulgadores de este país.