El vértigo de no estar a la altura

El miedo de no estar a la altura

Cuando leí que Manuel Blanco Romasanta, el famoso “hombre-lobo de Allariz”, medía 1,37 de estatura me di cuenta que su baja estatura era inversamente proporcional a su mala leche (hasta 13 asesinatos se le atribuyen). Y recordé que Napoleón medía 1.67 metros y tan sólo en la Guerra de la Independencia, que él mismo generó en España por su manía de invadirlo todo, murieron unas 400.000 personas, contando solamente las víctimas españolas. Con él queda demostrado que la grandeza de los hombres no radica en su estatura. Un hombre puede ser más alto que otro, pero no necesariamente más grande.

En una obra del antropólogo y criminólogo Cesare Lombroso, El hombre de genio (1896), se dedicó a analizar, desde un punto de vista de la fisonomía humana, a los grandes genios de la humanidad y una de las características que vio más acusadas era su altura física. Llegó a la conclusión de que los mayores conquistadores y los más grandes generales de todos los tiempos eran hombres bajitos. Afirmaba que es fácil distinguir a los buenos artistas: fijémonos en su corta estatura. Aunque siempre había excepciones. Llegó a contar el número de genios que, según él, destacaron a pesar de ser altos y entre todos no suman más de 23. Fueron los siguientes: Volta, Petrarca, Helmholtz, d’Azeglio, Fóscolo, Monti, Mirabeau, Bismarck, los dos Dumas (padre e hijo), Schopenhauer, Lamartine, Voltaire, Pedro el Grande, Riberi, Panizza, Carlyle, Washington, Flaubert, Turgueniev, Kropotkin, Tennyson y Walt Whitman. Y se quedó tan ancho (y tan largo) sin que sepamos porqué eligió a esos grandes personajes y no a otros. Cuestión de caprichos o de falta de información.

Entre los bajitos geniales, por poner unos cuantos ejemplos dentro de la música clásica, habría que mencionar a Grieg (1’52), Schubert (1’52), Beethoven (1’55), Mozart (1,60) o Ravel (1,55).

Medir menos de la estatura estándar, según países y épocas, ha causado traumas a más de uno. La vida del pintor francés Henri Toulouse-Lautrec estuvo marcada por su baja estatura. Padeció una enfermedad que afectaba al desarrollo de los huesos que comenzó a manifestarse a los 10 años. Su constitución ósea era muy débil y sufrió varias fracturas en los fémures de ambas piernas que le impidieron crecer más, alcanzando una altura de 1,52 metros. Pero su estatura no fue su único problema. En 1897 padeció fuertes neurosis y depresiones que le hizo caer en la absenta (apodada el «demonio verde» o también el “hada verde” por su color y sus efectos embriagantes). En plena crisis de uno de sus deliriums tremens le llevó a disparar a las paredes de su cuarto creyendo que estaban repletas de arañas escurridizas. Tras este hecho, sus allegados decidieron trasladarlo a un manicomio y Toulouse-Lautrec, para demostrar su cordura, es cuando comienza a pintar una serie de cuadros que le harían pasar a la posteridad.

Frida Kahlo
Frida Kahlo

El caso de la pintora mexicana, Frida Kahlo, fue diferente. No midió más de 1,35 metros de altura, cojeaba de la pierna derecha, tenía terribles dolores de espalda y nada de eso le impidió dejar una obra imponente. A los 18 años tuvo un accidente que requirió 35 intervenciones quirúrgicas a lo largo de su vida. Frida explicó su tragedia así: “He sufrido dos graves accidentes en mi vida: uno en el que me arroyó un tranvía… mi otro accidente fue Diego”.  Se refería al muralista Diego Rivera. Se casó con él, pero no tuvieron descendencia. Todos fueron hijos pictóricos: “Mis cuadros están bien pintados, no con ligereza, sino con paciencia. Mi pintura lleva el mensaje del dolor”. Por cierto, Benito Juárez, héroe nacional de México, del que fuera presidente hasta 1872, tenía una altura de 1,37 mts.

Juan Ruíz de Alarcón
Juan Ruíz de Alarcón

En literatura, la baja estatura no fue obstáculo para escribir grandes tragedias, aunque la propia vida del escritor fuera una tragedia más. Eso le pasó a Juan Ruíz de Alarcón. Su aspecto físico, con dos jorobas, en pecho y espalda (córcovas las llamaban entonces), además de ser pelirrojo y de corta estatura, fueron circunstancias que no le ayudaron mucho a encajar en una sociedad madrileña, la del Siglo de Oro español, en la que los escritores se cebaron con él haciendo comentarios de lo más sarcásticos. A Alarcón le llamaron de todo: camello enano, cohombro, monaza vieja, galápago, poeta zambo, coco, tilde, esquilón de ermita, costal de huesos, nadador con calabazas, cara de búho, cuerpo de rana y «pasatiempo de todos». Cristóbal Suárez de Figueroa le llamaba “mono disfrazado de hombre”. A Francisco de Quevedo se le atribuye, refiriéndose a él, la siguiente maldad: «pechuga con pantorrillas» y haciendo alusión a su deformidad física, le apodó «Corcovilla». Tirso de Molina por su parte tampoco se quedó corto y dijo de él que era “un poeta entre dos platos”. No podía faltar Lope de Vega quien le dedicó un epigrama bastante directo e hiriente:

Tanta de corcova atrás
y adelante, Alarcón, tienes,
que saber es por demás
de dónde te corcovienes
a dónde te corcovás.

La hostilidad hacia Ruiz de Alarcón era tan notoria que cuando estrenó su comedia El anticristo, el público salió a toda prisa del teatro porque alguien había regado la sala con una sustancia pestilente y fueron detenidos Lope de Vega y Mira de Amescua..

Alexander Pope
Alexander Pope

Lo del londinense Alexander Pope (1688-1744) tampoco tiene desperdicio pues padeció una grave enfermedad en la médula espinal que le deformó su cuerpo y atrofió su crecimiento de modo que su estatura no superó el 1,37 de altura. Tenía las piernas combadas y la espalda torcida dejando ver una antiestética joroba. Constantemente sufría achaques y calambres. Cuando sus escritos le dieron cierta fama, su figura fue objeto de comentarios ofensivos. Sus detractores le tildaban con zafios calificativos del tipo: sapo, jorobado, simio contrahecho, etc. Molesto y motivado por la insolente crueldad de sus envidiosos adversarios, Pope se con­virtió en el escritor satírico más mordaz de la época. Una de sus frases certeras fue: “Ya que mi espalda está torcida, mis versos deben ser rectos”.

El creador de Peter Pan, James Barrie, que tanto hizo soñar a generaciones enteras de niños, estuvo afectado por un síndrome denominado “enanismo psicogénico” cuya causa muchos buscan en una infancia afectada por la muerte de su hermano mayor. Barrie solo llegó a medir 1,47 metros y se dice que por eso Peter Pan jamás quiso crecer. Aunque el “síndrome de Peter Pan” es otra cosa, más relacionada con la inmadurez en ciertas conductas sociales, la estatura de Barrie dio pie a varios chascarrillos de sus conciudadanos, si bien fue muy parecida a la que actualmente tiene el actor Danny DeVito o el cantante Prince. Y eso que en el alto mundo de “artisteo glamuroso” los hay bien bajitos provistos con grandes tacones, como la cantante Lady Gaga(que mide 155 cm), lo mismo que Kylie Minogue, Salma Hayek o Eva Longoria. A la hora de la verdad, las famosas más cotizadas y más exitosas han aumentado su cuenta corriente pero no su metro y medio, verbigracia, la cantante Shakira (1,52 cm), Christina Aguilera (1,56 cm) o Elsa Pataky con un centímetro más.

Al final, lo de menos es la altura física. Lo que importa es la talla moral e intelectual de las personas. Ya lo dijo Antonio Machado: «Huid de escenarios, púlpitos, plataformas y pedestales. Nunca perdáis contacto con el suelo; porque sólo así tendréis una idea aproximada de vuestra estatura».

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